Jamás un viaje fue tan liberador y luminoso, tan mísero y claro. De la mano de Aisa, el trayecto a través del Hades pierde parte de su poder, de su agonía. Aún así, a los caminantes no les queda más remedio que sobrecogerse ante las imágenes y los paisajes que dan vida al mundo de los muertos. Espíritus necrófagos, luchas eternas provocadas por las mayores bajezas humanas, y las virtudes más elevadas. Porque el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Porque jamás un viaje fue tan liberador, ni tan terrible.
martes, 21 de septiembre de 2010
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